Un post escrito por Suso Mourelo*
No había previsto ir a Hiroshima. Ese nombre, como a casi todo el mundo, me sonaba a tristeza. Llevaba años soñando con ir a Japón, el país que conocía por la literatura, y solo pensaba en los placeres del viaje. Iba a recorrer despacio su piel siguiendo un mapa bonito, los lugares donde transcurrían las novelas de mis autores preferidos: la pequeña isla de pescadores en la que Yukio Mishima sitúaba El rumor del oleaje, el pueblo de montaña en el que Yasunari Kawabata emplazó País de nieve, la Osaka de las historias de Junichirô Tanizaki, las dunas de Tottori que se tragaron a un hombre en La mujer en la arena de Kôbô Abe, los barrios tokiotas de la vida intensa de Osamu Dazai…